lunes, 11 de abril de 2011

El Pachuco y otros extremos

En este blog, incluiremos el análisis de la obra "El Laberinto de la Soledad" del premio Nóbel, Octavio Paz, a continuación el análisis del primer capítulo de esta magnífica obra:

 Octavio paz abre el profundo análisis del mexicano de este libro yéndose a la parte que nos desagrada y que curiosamente nos atrae, aquella que es grotesca y reflejo de nosotros mismos
El pachuco, mexicano que no es de aquí, ni de por haya ni de nadie y que para colmo esta falta de encontrarse lo deprime, esa depresión que se saborea y se disfruta, se presume y jactanciosa se cree lo mejor se viste con galas exuberantes, se burla de aquello que quiere ser pero que no admite y crea un margen grotesco en el que enmarca a su cultura madre, estampa a la virgencita de Guadalupe sobre un escudo de los Yanquees de New York satiriza con cómica irreverencia lo que es y se niega a si mismo... ¿acaso el mexicano no es nada? No solo los pachuchos niegan sus raíces y adoran a la sociedad gringa por repudiarlos, toda la sociedad mexicana ahora en nuestros días se siente dichosa de comprar y usar la moda norteamericana pero reprocha la falta de valores, el materialismo y la poca felicidad en esa sociedad, abraza a su religión, pero lo hace en el secreto... ¡no! Que pena, no vaya a ser que piensen que soy un ratón de iglesia, que soy aburrido y poco interesante... ¿perdón? ¿Ahora quien es el que no tiene bien puestos sus valores?
El mexicano es un lío de contradicciones, no es, no será, pero no deja de ser, grita con voz en cuello de jubilo por ser mexicano, mas tarde se deprime por que es un mexicano promedio sin grandes lujos y se acerca a ser pateado por su eterna vecina de fronteras, arriesga su vida y su dignidad con tal de “olvidar” sus raíces y entrar en ese mundo de formas grotescas para que el mundo lo mire con rostro de repulsión, de desaprobación, sentirse el triste foco de atención, el incomprendido, el solitario, el abandonado y el producto de una sociedad disfuncional... no, el pachuco no es producto mas que del mismo mexicano y de su sentimiento de soledad que lo acompaña latente el resto de sus días por ser individual
El mexicano no ve el precioso tesoro que le regala su individualidad, la ve como una penitencia de un pecado que por conformidad acepta, disfruta lastimarse, sentirse desdichado dice odiar la compasión de la raza humana, pero si no la tiene llega a ser pachuco, llega a ser pocho, llega a caer en los excesos, que por ley siempre son focos de atención.

“Quien ha visto la esperanza no la olvida. La busca bajo los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos. En cada hombre late la posibilidad de ser o, más exactamente, de volver a ser, otro hombre”.

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